No se
entender porque siempre encuentro la manera de meterme en líos que hacen de mi
vida un estrés completo y es aquí, en medio de
todo el trabajo que tengo, donde conviven alegres
dinosaurios de cara sucia, rugiendo por un poco de atención.
Mis
dinosaurios tienen nombre, ojos picaros y bocas golosas, una barriga gorda y
otra flaca, cosa rara que la redondita coma más sano que la flaca, que con
gusto viviría de dulces.
Entonces se
me ocurre dejarlo todo y atender al zoológico.
Reparto
granola que va a parar a las sabanas de
mi cama y al piso, de la cual no me preocupo, porque mi Triceratop ya la anda lamiendo de todos lados.
Mi
Tiranosaurio es muy enfático en lo que ha de comer y me da instrucciones precisas
de cómo tostar el pan sin mantequilla para hacerse un “wen sanwich”.
Nos sirvo
yogura y trato de hacer que todos comamos en 5 minutos, pero como hacerlo? que
sería de nuestra selva sin la acción de una buena pelea por el ultimo trozo de jamón,
llantos y manos que van y vienen me recuerdan que difícilmente lograré trabajar
esta tarde.
Tiempos
fuera con ojos llenos de lágrimas que me recuerdan mi propia niñez, entonces
vuelvo a explicar las reglas de nuestra casa para que nadie salga herido.
Jugamos,
bailamos, vemos Toy Story y hasta Frozen y entonces llega la hora de dormir, he
repartido biberones y manzanas peladas que sirven de apaciguador.
Las luces
están apagadas y todo está en silencio, hasta siento que puedo volver al
trabajo en 5 minutos, pero un sonido conocido alerta a todos. Los ruidos del
auto de papá, así como sus pisadas en la grada, hacen que todos estén parados
de un salto gritando PAPAAA, PAPAAAA… Mamaaaaa es PAPAAAAA. Yo, que ya los hacía dormidos prefiero reírme de mi inocencia, al final, yo también me sentí inquieta por verlo, también mi corazón se puso a saltar de alegría por su llegada, qué más da, la vida es corta y mis clientes, tendrán que esperar.
No, no es cierto… me pongo a trabajar ahora mismo!!
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