viernes, 22 de junio de 2012

¿Ángeles Incompetentes o situaciones insalvables?



Dice Silvio Rodríguez en la canción “Cita con Ángeles”, que los humanos coexistimos con estos seres cuyo único objetivo es cuidar nuestra integridad física, lo que haría que cada uno de nosotros tenga ahora mismo a su ángel, cuidándolo y protegiéndolo. Si lo cree o no el lector, es ajeno a este artículo, sin embargo, si sigue leyendo, en algo podrá coincidir con el genial autor. No del artículo, nunca me he permitido esa modestia, si no de la canción.

El autor se pregunta, ¿Qué pasa con los ángeles cuando en el mundo sobrevienen tantas injusticias?, ¿Que paso cuando entre otras tragedias, se asesino a Federico García Lorca o cuando un fanático perturbado asesino a John Lenon? ¿Qué paso cuando los vientres de los misiles estadounidenses fueron vaciados en Hiroshima? ¿Donde estuvieron los ángeles? Después de tantas tragedia, nos preguntamos ¿Serán los ángeles incompetentes? ¿O son las situaciones a las que se enfrentan, completamente insalvables?

En un triste día, de un triste septiembre, yo perdí a un hijo y el cielo gano un ángel.
Mi tierna criatura se aventuro a la peligrosa ciudad después de que un descuido se lo permitiera. Salió de su escuela de enanos azules y cruzo la primera calle con la ayuda de su ángel que alegremente revoloteaba a su lado. El ángel estaba atento por si algún extraño quisiera robar a mi infante, su primera misión fue tranquilizar a un perro gigante con cadena al cuello que molesto caminaba por entre el gentío de las veredas.
El siguiente turno de cuidado llegó con la segunda cuadra, el ángel lo guio hasta el semáforo y la cruzaron sin problemas. Se hallaban en su caminar rítmico de medio paso cuando el niño se distrajo en una tarjetería. Entraron juntos para preguntar a la dependienta si tenía una tarjeta en blanco en la cual pudiera pintar un dibujo “A mi mami le gustan mis dibujos más que esos perros y muñecos” el ángel asintió como signo de estar completamente de acuerdo ¿Qué dibujos podían resultar más bellos que los de su custodio? Para mala fortuna en la tienda no habían, sin embargo la muchacha le indico que en la papelería de en frente podría encontrar unas cartulinas que al plegarlas por la mitad, daban el perfecto aspecto de una tarjeta lista para adornar. “Gacias Señola” dijo mi bebe y se encamino a la salida.
¿Cómo pensabas pagarla mi criaturita? ¿Con monedas de chocolate? ¿Acaso pensabas pagar con el sabroso jugo de mora que sobro del recreo? el ángel no tenía idea del sistema monetario actual, pues él también se fue antes de que le ensenaran su uso. El niño le mostro sus dos monedas de chocolate y el medio vaso de jugo de mora que aún quedaba en el termo, al querubín le pareció justo y hasta exagerado el apetitoso pago por una cartulina que doblada en dos, quedaba tan chiquitita.
Salieron los dos juntos de la tarjetería, pero el niño que no se acordó de las palabras de su padre “Cruza siempre por las esquinas Martin”, propuso entonces una carrera al ángel, que antes de recordarle la regla del buen peatón, tuvo que reconocer la causa como perdida cuando un veloz automóvil, tumbo a mi bebe contra el suelo quitándole de inmediato la vida. Mientras tanto, yo desesperada buscaba a mi niño a la salida de la escuela, la maestra muy apenada se disculpaba conmigo por el descuido, pero yo no la escuchaba, ocupe toda mi cabeza en ponerme en la de mi niño con lo que no tuve más que bajar dos cuadras para encontrar un tumulto de gente y luego la inimaginable desgracia.
El niño salió de su cuerpo y reconoció enseguida a su ángel, ¿Porque toy botado yo en el suelo? Pregunto al primer ángel que avergonzado y con lagrimas en los ojos le explico lo que había pasado. Mi Martín lloro también, más aun cuando me vio avanzar entre la gente con las profesoras de la escuela tras mío, me vio inclinándome rápidamente sobre el diminuto cuerpecito, me escucho gritar mi desesperación cuando no oí sus latidos, me vio desear con todo mi corazón ser mil veces sorda a cambio de que el corazón de mi pequeño no se quedara mudo.
El ángel y mi Martin siguieron a la ambulancia agitando sus alitas azules, otros ángeles los miraban pasar a toda prisa, dos de ellos los siguieron para preguntarles qué pasaba, y cuando se dieron cuenta que uno de los querubines era torpe con sus alas, entendieron que era nuevo, tomaron a los pequeños entre sus brazos y los condujeron velozmente a su objetivo.
Cuando llegaron al hospital, yo estaba en el pasillo abrazando mis rodillas y hablando con su madrina. Su papa, con lágrimas en los ojos hablaba con unos policías, llegaron las abuelas con su bulla de llantos y sofocados desmayos. El nuevo querubín reconoció a su abuela favorita, la mama Julia, ella curaba sus dolores de cabeza y de ombligo con unas plantas de olores fuertes para luego regalarle un chocolate grande y redondo que ella misma hacia en su cocina verde.
El primer ángel lloraba también en los brazos de un ángel gigante de apariencia dulce, para calmarlos, los ángeles entonaron sus canciones más apacibles e hicieron dormir a los dos pequeños, que al levantarse estaban ya instalados en unas cunas suaves que recordaban al algodón que la mami usaba para curar sus heridas de juegos infantiles.
El primer ángel pequeño fue a buscar a su compañero, le explico que vivían ahora en las nubes y que estarían ahí hasta que encuentren alguien a quien hacer compañía y cuidar, le instruyo sobre los deberes de un ángel guardián, asegurándole que algún día llegarían a ser grandes y tener alas gigantes como las de sus superiores. Le conto que asumió su rol de ángel con solo un día de nacido y que había crecido junto a Martín mientras estaba vivo. Mírame Martín, ya estoy de tu porte y mis alas son un poquito más grandes que las tuyas.
El ángel recién llegado estaba siempre triste, su compañero trataba de animarlo ¿Qué te pasa Martin? Todo es bonito aquí, podemos volar velozmente entre las nubes e inclusive dibujar con ellas curiosas figuras que los humanos se quedan mirando ¡Cómo si el viento fuera tan hábil!
Si me gusta todo lo que hacemos aquí, respondió el ángel nuevo, lo que pasa es que si mi mami esta tan triste es porque no le di la tarjeta, no compre la cartulina ni tengo pinturas. Ahora como las personas no me ven, no puedo pedirles que me vendan una tarjeta y además ya no tengo jugo de mora.
El primer ángel, en compensación a lo ocurrido decidió pedirle un favor especial a su superior. Éste, al escuchar la historia puso en la nube de Martin una pequeña cartulina doblada en dos y un juego de pinturas de doce colores.
Al levantarse Martin puso manos a la obra, el primer ángel lo vio trabajar durante horas y horas en el mismo dibujo, tenía la sensación de que no se podría colorear tanto sobre un espacio tan pequeño, llego la noche y con ella la obscuridad. El ángel nuevo por fin termino el encargo asegurando que lo único que faltaba para que la tarjeta esté terminada eran los ojos de su madre sobre ella. Entonces fueron juntos a ver a su superior, el cual recibió la encomienda con cuidadosas instrucciones de cómo y dónde dejarla.
Es así que un domingo de almuerzo familiar llegue a casa con el estomago lleno, el sueño en los ojos y la conciencia de que lo que menos debía hacer es dormir. No me dormí, pero me dio por leer mi libro de ideas, el libro en donde escribo frases sueltas para mis artículos o guardo papelitos que me gustan justo en el día en que aparecen. Pensé entonces en escribir un sueno curioso que tuve la noche anterior, cuando abrí la página del día en el que iba encontré una tarjeta blanquísima que contenía en su portada una mama, un papa, un hijo con uniforme de futbol y un pequeño querubín que tomaba la mano del pequeño jugador, debajo de cada personaje estaban escritas tres etiquetas. La primera era PAPA, la segunda MAMA, en la tercera y debajo de los dos infantes decía ANGEL. No era posible que esa tarjeta haya sido puesta ahí por Martín cuando aún estaba vivo, no hay forma de que no la hubiera visto antes. Tome la tarjeta en mis manos y la abrace contra mí, decidiendo aceptar el hecho que todo este tiempo supuse, Dios escogió a mi Martin para ser un ángel. Lo separo de mí, porque le tenía una misión más importante. Yo siento su presencia en algunos espacios del pequeño departamento en el que vivo y estoy más que segura que poniendo remplazo a sus misiones, viene a verme siempre que puede.
No sé si mi relato le ha parecido demasiado descabellado o de plano piensa que la tragedia acabo por volverme supersticiosa y loca. Puede ser, pero en mi carrera por la vida tengo que agradecerle a mi ángel personal el haberme ayudado a cruzar las calles, que sin su ayuda, habrían terminando por tragarme, puesto que me he topado con momentos en la vida en que es eso exactamente lo que deseaba. Por ello, siempre que miro al cielo, deposito mi confianza en los ángeles que vienen a salvarnos y nos dan noticias de su existencia, plasmados en artículos como este, o inspirando canciones hermosísimas que recuerdan sus hazañas.

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