miércoles, 20 de mayo de 2015

Gracias por sus ojos

Entre esas cosas que vienen y van de la vida de una persona hay cosas que no se pueden borrar, heridas que no se curan, pasiones que se añoran y pequeños ojos que perduran en la memoria más allá del tiempo. 
El otro día alguien me preguntó si era de las mamas que quiere tener a sus hijos bajo sus faldas, que no está tranquila en ningún sitio sin saber de qué color, consistencia o forma es el popo de sus bebes. 
Me he encontrado con personas aun más crueles que me han dicho que el trabajo de la casa no es agradecido por lo tanto no vale la pena perder la vida criando niños, lavando platos y contentando esposos.
El otro día en cambio soporte la mirada de una excelente profesional, PHD y todo lo demás, compadeciéndose de mí por haber dejado mi trabajo soñado para quedarme en la casa. 
Y más triste fue el ¡QUE! gigante de una profesora de mi maestría quien no salía de su asombro al toparse con una mujer de rara especie que habiendo egresado de una maestría en una renombrada universidad de su ciudad, trabajaba desde la casa despeinada y en bata de dormir, mientras cuidaba a sus bebes.
A estas personas que te tocan el ego, por considerar que en el mundo moderno ninguna mujer instruida debe quedarse en casa, o feministas extremistas con el pensamiento cuadrado y resentido,  criadas por admirables mujeres que seguramente algo se dejaron en el camino para hacer de ellas lo que son ahora, dan ganas de olvidar por momentos mi amada educación, que tanto nos ha costado a mis padres y a mí,  y sacarles mi dedo medio por toda respuesta. 

Últimamente me pasa que esta gente me importa un poroto, que apenas empiezan a pronunciar sus discursos de medio pelo me voy corriendo porque se me quema la sopa y llego a casa, cruzo la puerta con la sola esperanza de un minuto de paz, y es ahí, en ese momento donde encuentro la respuesta que no está en mi dedo del medio, sino en los hermosos ojos, gigantes y alegres de mis hijos, es en esas bolas redondas que amenazan con salir de sus cuencas, en donde están enumerados todos los pros de la decisión de mi esposo y mía de que sería yo quien no regresaría a trabajar luego de mi permiso de maternidad, al ver a mi pequeño Sebastián pesando menos de cuatro libras en una termocuna en UCI, y tiempo después fue mi decisión quedarme en casa cuidando de mi Pedro José, quien se merece los mismo cuidados, amor y dedicación que su hermano mayor.
Es por eso que desde este blog informo que desde 2013 escogí esta vida llena de gratificaciones que no se cuentan en dinero pero llenan por completo la vida de esta Ingeniera en Sistemas, Magister en Diseño Multimedia, cuya vida es enteramente feliz y así será hasta que me falte ese algo que me hará volver al mundo laboral.

Hasta entonces, aquí me tendrán, escribiendo sobre bebes, pañales y hermosos ojos redondos gracias a los cuales todo ha valido la pena y el mundo es un lugar mejor.



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